Hay eventos deportivos que van más allá de la competición, del cronómetro y de los kilómetros recorridos. Hay marchas que se sienten, se viven y se recuerdan no sólo por la belleza de su recorrido, sino por el calor humano que las envuelve. La Vuelta a Valderejo y Montes Obarenes ha sido uno de esos encuentros que dejan huella.
Desde el primer momento, se respiró algo especial. Desde primera hora de la mañana, siendo aún de noche, se podía oir el piar de los pájaros junto con el murmullo de los ciclistas preparando sus bicicletas, los abrazos entre quienes se reencontraban año tras año, las sonrisas cómplices de los que debutaban…



